C. 26 No. 358 x 43 y 45 Fracc. Monte Albán

Esperanza en el dolor

Isaías 40:1-11

Autora: Tammi Monserrat García Flores

¿Cuándo fue la última vez que lloraste, que tu alma estaba abatida, angustiada o desesperada y te sentías sin esperanza?

El pueblo de Israel también sufrió, lloró y se lamentó. Esto quedó registrado a lo largo de los primeros 39 capítulos de este libro, Dios le anunció al pueblo de Israel que sufrirían e irían cautivos a otro país muchos años por causa de su desobediencia, sin embargo, a pesar de su pecado, Dios no los dejó sin esperanza. Después de pasar esta prueba de disciplina durante 70 años, donde el sufrimiento y dolor estarían presentes, ÉL mismo los consolaría (v.1), los restauraría, y como un pastor los apacentaría y pastorearía suavemente (v.11). 

Sufrir no siempre tiene que ver con nuestra obediencia o desobediencia, con nuestro servicio o por cuánto leemos la biblia y oramos. El sufrimiento es algo que todos vamos a vivir, porque es una consecuencia de la caída; en sus hijos, Dios lo usa para su gloria, como instrumento de su gracia y amor, y aunque parece contradictorio, así lo es, el sufrimiento es necesario, pues es a través del dolor es que aprendemos a amar al Señor y depender de él, como de muy pocas maneras lo haríamos. Nuestro sufrimiento revela nuestro mayor tesoro, revela si el mayor anhelo es ser librados del dolor y de las circunstancias para vivir como nosotros deseamos, o que en medio del dolor Dios cumpla su voluntad en nosotros y que nos transforme más para ser como Cristo. No es que seamos masoquistas, pero es reconocer que, si es necesario, ser probados con “fuego”, aguardaremos con paciencia y con esperanza en medio del dolor, pues sabemos que Dios está a nuestro lado y por tanto recibiremos su consuelo.

Es cuando nos vemos débiles, frágiles, indefensos, vulnerables, cuando Dios se hace grande, cuando el sacrificio de Cristo resplandece, cuando al no encontrar consuelo en ninguna cosa creada, Dios es deseado como nuestro mayor tesoro, donde clamamos a Dios porque nos damos cuenta que solo el puede consolar nuestra alma y restaurarnos, solo el puede darnos la fuerza no para cambiar nuestras circunstancias o a las personas, sino para atravesar la prueba. Es cuando mirándolo a El y sus promesas podemos tener esperanza en medio del dolor, y como el pueblo de Israel, ser llevados cautivos durante 70 años, con todo el sufrimiento que esto implique, porque nuestros ojos ya no están más en nosotros, sino que contemplamos a nuestro Padre, poderoso, fuerte, soberano, amoroso y lleno de gracia, es entonces que entendemos las palabras HE AQUÍ TU DIOS. No conozco cuales han sido tus sufrimientos, o cual es tu sufrimiento actual, ni cuáles serán tus sufrimientos. Pero lo que sí estoy convencida es que, si eres un hijo de Dios, sus ojos están sobre ti y atentos sus oídos a tu clamor, como dice el salmo 34. Él no está lejano en nuestro sufrimiento, Él está ahí cuando nadie ve nuestra lágrimas, Él escucha nuestro gemir. Así que contemplemos a Dios en medio del dolor, aunque nos cueste leamos su palabra y repitamos a nuestro corazón sus promesas que en Cristo son seguras, repitamos que con toda certeza tenemos esperanza en medio del dolor.

Add Your Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *