Gálatas 2:11-21
Autor: Isaac Montalvo García
En este relato bíblico podemos notar claramente que en la primera iglesia era más importante la lealtad a la Palabra que el “respeto” a los líderes y su investidura. Lo que era importante en aquellos días era la lealtad al mismo Dios revelado que al portador del mensaje. Tal vez nos asombramos de porque Pablo lo hizo en público y no lo hizo en secreto, pero podemos suponer que el propósito de Pablo al relatarlo es quitar de los gálatas todo el falso asombro idólatra que sentían por la iglesia y su liderazgo en Jerusalén. Primero Pablo se enfoca en la persona, es decir en Pedro que era digno de condenar, para posteriormente también concentrarse en el mensaje contrario al verdadero Evangelio de la gracia. Pedro había preferido tanto el ser aprobado por los hombres, que olvidó que su misión era poner el evangelio en el centro de todo. Cabe recordar que Pedro era, por muchos años, más anciano en la fe que Pablo y su “experiencia” en el cristianismo era desde que inició su caminar con Jesús, dejando en claro que la sabiduría Bíblica no radica en los años de edad, ni tampoco en los años de servicio en la Iglesia. Así que en un sentido todos estamos expuestos a olvidarnos de poner en el centro la integridad del Evangelio, y dejarnos deslumbrar por querer agradar, o temer a la opinión de algún hermano distinguido de nuestra comunidad, cuando estamos seguros que su opinión contradice tajantemente la pureza del Evangelio. Y digo esto porque vemos en el relato que las motivaciones y conducta de Pedro ya habían influido en Bernabé.
Pablo no solamente reprendió a un anciano, sino que lo hizo públicamente, delante de todos. Hablando específicamente de los ancianos, Pablo mandó al joven Timoteo a continuar haciéndolo: “No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos. A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos, para que los demás tengan temor de pecar” (1Ti.5:19-20).
¿Qué habría pasado con el futuro de toda la iglesia si Pablo no se hubiera puesto firme a favor del Evangelio? ¿Qué hubiera pasado si el partido legalista de Jacobo hubiera prevalecido y hubiera mandado desde Antioquía misioneros a todo el mundo? ¿Dónde estaríamos hoy?. Pero por la gracia de Dios, Pablo no vaciló en recordarle a Pedro que en el centro de su misión debe estar el inalterable Evangelio de la Gracia.
Pablo nos dice aquí que el guardar la ley no justifica, sino la fe en Jesucristo, entonces deshecha o anula la gracia y, aunque Pedro lo sabía bien, sus acciones están diciendo que “la gracia no es suficiente; necesitamos también la ley”. La revelación inspirada de Pablo por medio del Espíritu Santo dice: “Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.
La biblia no relata la respuesta de Pedro, ante la exhortación de Pablo, pero podemos suponer que Pedro fue movido al arrepentimiento por El Espíritu Santo y corrigió su caminar. Dios nos libre de ser cegados al legalismo, y nos impulse a llevar el precioso Evangelio de la Gracia, sin alterarlo, al cumplir nuestra misión al predicar y vivir este hermoso Evangelio.
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