Hechos: 14:1-28
Por: Antonio Pool Cab
Cuando el evangelio alcanzó a los gentiles, trajo consigo un conflicto entre el pensamiento Judío y el de los gentiles. Esto fue evidente cuando Pablo y Bernabé fueron confundidos con dioses, e intentaron adorarles. Es parte de nuestra naturaleza el querer aferrarnos a nuestros usos y costumbres como los más válidos, lo mismo pasa en la iglesia cuando una persona nueva acepta el evangelio y proviene de un medio no cristiano con usos y costumbres religiosas previas.
La forma en la que se instruya al nuevo creyente será crucial para el fortalecimiento de su fe.
Pablo, Bernabé y los demás discípulos, conscientes de esta necesidad, nunca dejaron solos a los nuevos creyentes. Cuando ellos partían de una ciudad nombraban ancianos para dar continuidad a la enseñanza de los nuevos creyentes (Hechos 14:23); su preocupación siempre fue el integrarlos a la iglesia de manera que pudiera continuar su crecimiento de una manera ordenada, guiada, sólida y fiel al evangelio de Cristo.
El integrar al nuevo creyente a una iglesia local es vital para su sano crecimiento. Este proceder trae múltiples beneficios al nuevo creyente como producto de la convivencia con creyentes con mayor fortaleza y experiencia. Pero también es el medio perfecto para ejercitarnos en la piedad , la paciencia y la obediencia.
Entre otros beneficios podemos mencionar lo siguiente:
- Permite corregir errores en nuestra interpretación de la palabra y el evangelio
- Provee de Protección al estar juntos , pero a la vez nos desafía al ver la experiencia y fortaleza de creyentes más fuertes.
- Es el medio ideal para practicar el amor al prójimo.
- Es mostrar obediencia al mandato de Cristo.
Al ser la iglesia una comunidad de pecadores reformados, es el medio en el cual podemos perdonarnos a pesar de nuestros pecados, amarnos a pesar de nuestras diferencias, ejercitar la paciencia y exhortarnos para permanecer juntos en la FE.
Por lo tanto, el verdadero discipulado debe tener como fin no solo el establecer fundamentos doctrinales sólidos en el corazón del nuevo creyente, sino integrarlo en un fiel compromiso con la iglesia local: El cuerpo de Cristo.
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