C. 26 No. 358 x 43 y 45 Fracc. Monte Albán

La Poderosa Palabra de Dios

Hechos 20:1-17

Autor: Juan Daniel González Castillo.

El tiempo es breve, estás de paso en este mundo y no sabes cuánto tiempo Dios te permitirá estar aquí. ¿Qué esperas? Jesús ha dado una tarea muy importante a cada uno de sus hijos. Mateo 28:19-20 dice: 19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

El evangelio debe ser proclamado, lo que Jesús revela a través de su palabra necesita ser enseñado con fidelidad. Para Pablo era muy importante que sus discípulos escucharan y aprendieran de la palabra de Dios, no le importó el tiempo pues este no era tan valioso como lo que estaba enseñando. Por otro lado, para los discípulos de Pablo también era más importante escuchar y aprender las enseñanzas de las Escrituras. Sus corazones habían sido regenerados, ahora deseaban conocer más y más a su Dios que cualquier otra cosa. 

¿Acaso hay algo de mayor valor o importancia que amerite ser sustituido por la proclamación del evangelio y las enseñanzas de nuestro maestro Jesús? ¡Por supuesto que no! Que tus oídos no se cansen nunca de escuchar la palabra de Dios, que tu boca nunca se canse de proclamar con fidelidad el evangelio y enseñar a otros la palabra revelada de Dios, que tu intelecto no se canse de meditar en la ley de Dios hasta que sea un deleite a tu paladar.

No hay otra palabra que pueda transformar nuestros corazones, ningún mensaje motivacional puede cambiar el corazón de piedra de los hombres, solamente la poderosa palabra de Dios. El escritor de Hebreos lo dice así: 12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12).

¿Habrá oposición por proclamar el evangelio y decir lo que creemos? ¡Claro que habrá! Sin embargo, ahora podemos ver las aflicciones desde otra perspectiva, como Dios lo ve, pues tienen un propósito para nuestra vida. Y en eso nos gloriamos, pues padecer por causa de Cristo es el resultado de vivir para Él. Pero no te preocupes ni pierdas la esperanza pues nuestra seguridad está en Cristo. Él mismo lo prometió: 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16:33). 

En Él puedes tener paz y estar seguro cuando seas confrontado por tu fe. Pero no olvides que también necesitamos nutrirnos de la palabra de Dios, para saber cómo responder ante las dificultades y para recordar las promesas que han sido dadas a los hijos de Dios.

20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Gálatas 2:20.

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