Hechos: 8:25-40
Autor: Isaac Montalvo Garcia
Es una realidad que una de las responsabilidades del creyente en Cristo menos practicada, es la obediencia al mandato de hacer discípulos, comúnmente identificado como el famoso “evangelizar”. Debemos señalar que una de las razones es por ignorancia al cómo hacerlo. Así que este pequeño artículo se centrará en esta socorrida razón para no hacerlo. No pretendo ser exhaustivo ni mucho menos simplista, pero basado en Hechos 8, colaboraré en presentar acciones relevantes a tomar en cuenta cuando se trata de cómo compartir nuestra Fe.
1. Ve por ellos
A diferencia de la iglesia primitiva donde Dios añadía a la comunidad los que habían de ser salvos, como resultado de vivir el evangelio, nosotros debemos movernos y “perseguir” a los incrédulos. Y el relato bíblico nos presenta a Felipe yendo al encuentro de un personaje hasta el momento desconocido para él, “Entonces él se levantó y fue”(v 27). Felipe fue en obediencia a un mensajero enviado por Dios. Comúnmente nuestra iglesia tiene estrategias para que los no creyentes vengan al Templo, pero raramente tenemos estrategias establecidas para nosotros ir por ellos.
2. Escudriña con ellos
Una de las excusas más comunes para no compartir nuestra fe es “ ¿y si me preguntan algo que no se?. Y digo que es excusa por que generalmente la intención oculta detrás es “no me interesa prepararme ni dominar la Palabra”. Vemos a Felipe respondiendo a la queja del Etíope: ¿ cómo entenderé si nadie me explica? (V 31), a lo que Felipe atiende inmediatamente mostrando su dominio del evangelio. “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”(v 35). Podemos concluir que compartir el evangelio es tomar la decisión de profundizar en la Escritura, de ser experto en el Evangelio, dicho de otra manera “profesionalizarnos” en el escudriñamiento de la Santa Palabra.
3. Persevera en ello
Uno de nuestros mayores males en la vida es la disciplina de la perseverancia: iniciamos el ejercicio y lo dejamos, el hábito de comer saludable y lo abandonamos, la práctica de la puntualidad en nuestras citas y lo dejamos rápidamente.Y no es la excepción el tema del evangelismo, cuando en obediencia lo llegamos a practicar es maravilloso, es experimentar gozo por compartir las buenas noticias con personas que su destino es la muerte eterna, pero si sólo lo hicimos como un hecho aislado, pronto perderemos la pasión por hacerlo y desistiremos de vivir en obediencia al deseo de Dios. Por el relato bíblico podemos ver que Felipe una vez terminada su cita con el Eunuco fue llevado a continuar obedeciendo su llamado, “ Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea”(v40). La obediencia a la gran comisión se trata de una práctica constante, no un evento aislado.
Mi deseo y oración es que sea el mismo Espíritu Santo el que produzca el querer como el hacer en relación a este hermoso privilegio y responsabilidad de “compartir con pasión, la pasión que cambio nuestras vidas”.
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