C. 26 No. 358 x 43 y 45 Fracc. Monte Albán

Esperanza en la Oscuridad

Isaías 9:1-7

Autor: Oscar González Castillo

Hace unos meses vi un reportaje que recuperaba las protestas de Colin Kaepernick contra el racismo en los Estados Unidos. El video termina con esta frase: “cuando alguien te diga que un solo hombre no puede cambiar las cosas, acuérdate de él (Colin)”. Incluso una famosa marca de tenis lanzó promocionales con el lema: “cree en algo, aunque esto signifique sacrificarlo todo”. Lo anterior es un reflejo de dos creencias arraigadas en el corazón del hombre: primero, la oscuridad (depresión, ansiedad, pérdidas, crímenes, etc.) debe ser superada y erradicada de la sociedad a cualquier costo; segundo, la oscuridad puede ser superada y erradicada con nuestra propia luz.

¿Recuerdas las protestas en los Estados Unidos por la muerte de George Floyd? El hambre por justicia llevó a miles de personas a manifestarse buscando traer algo de luz a este mundo, pero, ¿qué más se produjo en esta búsqueda de justicia y erradicación de oscuridad? Exacto, más oscuridad. Comercios vandalizados, quemados, saqueados, personas heridas por enfrentamientos, etc. Parece que siempre que el ser humano se levanta con su propia luz buscando justicia genera también oscuridad. ¿Es este ciclo interminable?

La Biblia nos enseña que el anhelo por erradicar la oscuridad es natural en el hombre, es decir, es un buen deseo que refleja el carácter del Dios que nos creó; sin embargo, intentar vencer la oscuridad con nuestra propia luz es un reflejo de nuestra rebeldía contra el Creador. La realidad es que nuestra luz siempre va acompañada de oscuridad, así que nada en este mundo puede realmente vencer aquello que anhelamos vencer ni erradicar aquello que desesperadamente necesitamos erradicar. Nuestros mejores deseos no cambiarán las cosas, y nuestras acciones más heroicas siempre tendrán consecuencias negativas. Entonces, ¿hay alguna solución? Y si la hay, ¿cuál es?

La Biblia también relata que Dios tomó la iniciativa para vencer la oscuridad. La buena noticia es que una luz de fuera de este mundo vino (Isaías 9:6). No vino de una forma esperada, sino como un niño con la vulnerabilidad que esto representa. ¿Te das cuenta de lo importante de esto? Desde el inicio de su vida terrenal, Jesús experimentó la misma oscuridad que nosotros enfrentamos, pero su forma de superarla y erradicarla fue totalmente distinta a la que se esperaba: él vino a cargarla sobre sí mismo para destruirla.

Este Rey, Consejero Admirable, Príncipe de Paz, Dios Poderoso y Padre Eterno, se hizo hombre para tomar nuestro lugar enfrentando una oscuridad que nosotros no podemos enfrentar y venciendo a un enemigo que no podemos vencer. Él cargó sobre sus hombros nuestras injusticias para que nosotros recibamos justicia de Dios, también fue abandonado por Su Padre para que nosotros fuéramos adoptados en la familia de Dios y así tener un Padre eterno, y siendo Príncipe se hizo siervo para compartirnos de su herencia. ¿No es esto lo que más necesitamos en este mundo oscuro? Cuando nos sentimos vulnerables sabemos que en Cristo tenemos a un Rey que vela por nosotros, cuando nos sentimos perdidos tenemos la guía de un Consejero Admirable, cuando vemos nuestra debilidad descansamos en el Dios Poderoso y cuando nos sentimos incomprendidos y poco amados, sabemos que en Cristo somos amados por el Padre.

La oscuridad fue vencida, lo que vemos hoy son golpes desesperados de un enemigo herido de muerte. Aunque esos golpes siguen doliendo hoy, podemos confiar y descansar pues la batalla está ganada. Vivamos ahora en consecuencia de ello.

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