C. 26 No. 358 x 43 y 45 Fracc. Monte Albán

Esperanza de restauración

Isaías 11:1-10

Autora: Claudia Sosa Cárdenas

La muerte de un ser amado, un fracaso laboral, rupturas familiares, quiebras económicas, adicciones, enfermedades, pérdidas inesperadas.  Todo esto puede hacer que nuestra vida, o la de alguien cercano, luzca como un árbol cortado casi a raíz, un tronco seco, sin esperanza de reverdecer o tener futuro.  Algo así luce desamparado, incompleto y olvidado de todo y todos. 

Pero el glorioso pasaje de Isaías que vemos hoy nos recuerda que tenemos un Dios Fiel, que transforma nuestra antigua naturaleza de hijos de ira y regidos por el pecado, para ser llamados árboles de justicia, todo por la gloria de Su nombre. Es solo en Cristo, el renuevo de la raíz de Isaí, que Dios cumple Su promesa de restaurar y no abandonar Su rebaño. Es en Cristo, a donde debemos ir para ser renovados y restaurados por Su gracia inmerecida, que se derrama abundante y extravagantemente en su pueblo adquirido a precio de sangre. Es del plan eterno y perfecto de un Dios Fiel que surge la esperanza y certeza de restauración, de regresar al diseño original en y por Jesús. El Rey Eterno, príncipe de paz, es anunciado como la promesa que habría de cumplirse 600 años después, cuando Él llegara físicamente a este mundo como un bebé indefenso y humilde. 

Nuestras vidas pueden lucir desastrosas e imposibles de sanar y restaurar, pero en Jesús está todo el poder del Santo Espíritu, capaz de llevar nuestras vidas de lamento a danza y de muerte espiritual a vida eterna, a través de Su sabiduría infinita y de Su inteligencia total. Él es el Admirable Consejero en nuestras batallas y Él mismo es quien nos concede la capacidad de hallarle, conocerle y vivir para Él, con una vida que le honre y reverencie. ¿Estás tú a cuentas con Dios hoy? ¿Jesucristo es tu Señor? ¿Hay algún área de tu vida que necesite ser regresada a su estado original? ¿A paz y plenitud ¿Hay relaciones rotas, familias destruidas y vidas truncadas por el pecado?

Meditemos en el siguiente verso: “Guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. Isaías 42:16”.

El Señor Jesús se compadece de nosotros, porque padeció cada uno de nuestros dolores y tentaciones, pero nunca pecó. Y por eso Él conoce y sabe las aflicciones de nuestra alma y cuerpo. Y Él, permite que Su Santo Espíritu esté en cada creyente, para ser fortalecido en la esperanza de Su gracia, y en el poder para cambiar, pedir y dar perdón, y hacer lo necesario, para que nuestro espíritu vaya siendo cambiado, de gloria en gloria, a la imagen de Jesús. 

Mientras estamos en este mundo, Dios hace Su preciosa obra en nosotros, así que no desmayemos ni  temamos, ni nos amedrenten los dolores de la vida.  Tenemos redención, esperanza y certeza , en Cristo Jesús.

Add Your Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *